LA LEY DE LA SIEMBRA Y LA COSECHA

Muchas veces he tenido la intención de escribir en un periódico. Ir plasmando ideas que puedan ser de utilidad o entretenimiento a otras personas y de paso me sirvan como un medio de expresión. A través de este blog pretendo poner en práctica ese deseo.

Me ha interesado siempre temas trascendentes, lo que según creo, le dan sentido a la vida. Uno de esos grandes temas es la Ley de la Siembra y la Cosecha o lo que el autor Deepak Chopra llama la Ley del Dar y Recibir.

Antes que todo definamos lo que es una ley: es un postulado que se cumple indefectiblemente, es inexorable y nos afecta a todos de una u otra forma. O sea pues, dirían los patojos cool, ahí está, te guste o no te guste, querrás o no querrás. Y visto de ese modo, como que es mejor utilizarlas a nuestro favor ¿no crees?

Bien. La ley de la Siembra y la Cosecha es la que establece la existencia de un flujo de energía constante en el universo, energía invisible que se trasmuta en formas tangibles. Ejemplo: el afecto intangible se manifiesta en una sonrisa, en una palabra amable, en un abrazo...la caridad intangible se materializa en el acto de compartir un bien, en satisfacer alguna necesidad material del prójimo, en dedicar un tiempo a servir al otro de alguna forma, la fe intangible no puede desvincularser de un compromiso con lo que se cree...ya lo decía Juan Pablo II "no al divorcio entre fe y vida"...

En su forma natural este flujo es constante, ocurre espontáneamente y nos toca a todos. Este flujo enriquece la vida a través de relaciones simbióticas entre los seres: relaciones de mutua conveniencia. De allí que la teoría económica liberal basada en la cooperación social sea correcta y no la tétrica visión materialísta dialéctica basada en la unidad y lucha de contrarios que dicho sea de paso conlleva la categoría filosófico-política de lucha de clases.

Esta Ley se puede resumir en la siguiente frase: "lo que se da, se recibe"...pero esta aseveración tan sencilla está profundamente concatenada con algo más. Tu dirás, bueno yo le hago mal a nadie, no he robado, no he matado, etc. pero recuerda que tan malo es hacer lo malo como dejar de hacer lo bueno, el casi olvidado pecado de omisión. (continuará)