jueves, 25 de junio de 2009

DIA DEL MAESTRO

"Ser maestro es llevar en las manos, una antorcha de luz encendida..." este fragmento inicial del Himno al Maestro no puede menos que llamarnos a la reflexión sobre el papel trascendental que el proceso educativo sistematizado juega en la vida individual y social.

Educación implica "extraer" lo mejor del individuo y ponerlo al servicio de la humanidad, nótese que el hecho de extraer implica que hay algo dentro de cada uno, algo que nos ha sido dado y que es, en sí mismo, un potencial ilimitado.

He allí el verdadero papel del educador: hacer que el individuo muestre al mundo su mejor fasceta, que cada uno haga de su vida cotidiana su mejor obra de arte y que, desde sus cualidades innatas, vayan surgiendo las mejores combinaciones para hacer de este mundo, de la sociedad y la comunidad un mejor lugar.

Lo anterior me remite a una anécdota acerca del gran Miguel Ángel cuando le preguntaron como hacía para producir esculturas tan maravillosas, el constestó: "no he producido nada, la escultura siempre ha estado allí, yo sólo he quitado el exedente".

Vaya, viéndolo así, el educador (maestro, padre de familia, sacerdote, medio de comunición, etc.) tiene un papel de facilitador del autodescubrimiento, de el reconocimiento de mis propias fortalezas y debilidades, y de allí en más su trabajo no sólo será más fructífero sino más significativo para el futuro a largo plazo. Lo cual pasa indefectiblemente por un proceso en el cual, el propio educador se autodescubra y reconozca el sí mismo un sujeto educativo y retroalimente indefinidamente este proceso hasta alcanzar la plenitud del ser, ¿algo ideal? sí pero necesario para lo que demandan nuestros tiempos.

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